APÉNDICE: LOS EJES DE TRANSPORTE COMO ESTRUCTURADORES DEL TERRITORIO.
Los transportes han realizado funciones indispensables en la concepción del papel del Estado: contribuir a la defensa nacional, imponer la autoridad del gobierno, favorecer los intercambios económicos, etc. Por eso, a partir de la infraestructura los poderes públicos han extendido su intervención a otros dominios de la actividad, destacando el protagonismo de los transportes terrestres y especialmente de las carreteras.
Las etapas de configuración de la red están íntimamente ligadas a la evolución económica y, en particular, al aumento de la movilidad de personas y bienes, que se produce en los periodos de un desarrollo más grande. Desde principios del siglo XIX, hasta la mitad del siglo XX, la inestabilidad política y el retraso económico general hacen que la demanda sea reducida y atendida casi exclusivamente por el ferrocarril. En el medio rural y el tráfico local se utiliza todavía el transporte por carretera con tracción animal. De todos modos, las densidades de circulación eran bajas, incluso en los ejes ferroviarios más transitados. A partir de 1950-1960 el extraordinario crecimiento de la movilidad y, en especial, del parque automovilístico, pondrá de manifiesto la falta de capacidad de la red de comunicaciones y la necesidad de hacer frente a su mejora y ampliación. Podemos considerar, por tanto, como antecedentes toda la etapa anterior a mediados del siglo XX.
Antecedentes.
El crecimiento estará muy condicionado por la estructura radial de las carreteras y por las deficiencias en el trazado ferroviario.
El origen de la estructura radial de carreteras.
El centralismo de los Borbones del siglo XVIII marcó la estructura radial de los ejes terrestres, frente a las líneas norte-sur y este-oeste de las calzadas romanas y las cañadas medievales. El proyecto de Bernardo Ward, realizado para Carlos III en 1760, recomienda seis grandes caminos de Madrid a La Coruña, Badajoz, Cádiz, Alicante y, en la frontera de Francia, Bayona y Perpiñán. Esta estructura radial es respetada por todos en los planes siguientes.
Génesis del trazado ferroviario.
Contrariamente a las carreteras, en el siglo XX apenas se construyen nuevas líneas, de tal manera que actualmente más del 80% de la estructura corresponde a la existente en el siglo XIX, hecho que condiciona la funcionalidad del ferrocarril. Su distribución radial coincidente con la de carreteras incrementa el problema de la falta de comunicaciones interregionales.
El mayor condicionamiento del ferrocarril por las pendientes y la realidad orográfica española hace que las distancias por ferrocarril sean mayores a las de carretera, lo que hace menos competitivo el tren respecto a los avances de la carretera (rapidez, movilidad).
Otro problema ha sido la falta de una adecuada política ferroviaria. La legislación sobre las concesiones se fue devaluando debido a la inhibición del Estado siguiendo una política cada vez más liberal frente a los nuevos poderes económicos que aparecían con la industrialización. El crecimiento fue anárquico, siguiendo el deseo de construir las líneas más fáciles y rentables, con lo que se perdió la oportunidad de tener una red racional que impulsase la industrialización.
La planificación del transporte posterior a 1950.
A partir de los años 60, coincidiendo con el cambio de coyuntura económica y el inicio de la fase expansiva de la economía española e internacional, se realiza una mejora de la red de carreteras, autopistas, puertos y ferrocarriles, por lo cual mejoran los itinerarios principales, pero se acentúan los desequilibrios regionales y territoriales, así como las desventajas en términos de accesibilidad de las zonas menos desarrolladas. Las inversiones favorecen claramente a las carreteras, hecho inseparable de la importancia de este modo de transporte, debido tanto a la movilidad como al aumento de pasajeros y mercancías. Es un factor que no se puede desligar del peso de la industria del automóvil, de gran importancia industrial y social para la creación de puestos de trabajo a nivel estatal. A partir de 1977 se busca homogenizar las condiciones de circulación en itinerarios completos, lo que beneficia al ferrocarril (al final, el AVE).
La planificación de carreteras, autovías y autopistas.
El Primer Plan General de Carreteras (1962-1977) tenía como objetivo afrontar el gran aumento de la demanda, de manera que en 1977 la red ya estuviese adecuada a dicha demanda. Aunque no aumentó mucho la extensión de la red de carreteras, estas llegarán a todas las poblaciones de cierta importancia, lo que le confiere una gran ventaja sobre la de ferrocarriles, con peor accesibilidad.
Junto a este plan se realizaron dos programas solapados: el Plan REDIA (1967-1971), que mejoró la anchura de la calzada, el asfaltado y la señalización de 5.000 km, reforzando el modelo de red radial; el Plan PANE (Plan Nacional de Autopistas Españolas) de 1977, que fue mucho más ambicioso, pues en la Ley de 1972 de Autopistas de Peaje se preveían 6.430 km, una red que creció aceleradamente hasta 1977 y desde este año se ralentiza y en 1984 se paraliza, habiéndose construido sólo un tercio de lo previsto.
En 1984 se crea ENAUSA (Empresa Nacional de Autopistas), que se encarga gradualmente de construir los tramos de las autopistas en Sevilla-Cádiz, La Coruña-Vigo, Oviedo-León.
El Segundo Plan General de Carreteras (1984-1991) intenta adecuar el nivel de servicio de la red a la demanda de transportes y dar mayor fluidez a las comunicaciones, mejorar la accesibilidad de las zonas desfavorecidas y mejorar el rendimiento de las inversiones ya realizadas, para lo que pone en marcha cuatro programas:
-El Programa de Autovías, que pretende construir 3.250 km de autovías, para completar una red estatal de alta capacidad. Esta red se configura de forma radial, sobre los corredores de transporte más importantes: Madrid-Zaragoza, Madrid-Alicante, Madrid-Sevilla-Huelva, Madrid-Badajoz y del Noroeste hasta Benavente (en Zamora).
-El Programa de Acondicionamiento de Trazados, que mejora los itinerarios longitudinales y transversales, en 5.628 km de carreteras, con la finalidad de que en la red se compaginen la solución a la demanda de la población y de las actividades del territorio, con un mayor equilibrio en la organización territorial. Gijón-Cádiz, de norte-sur (la Ruta de la Plata, sin pasar por Madrid). Se va a desarrollar un sistema de malla en la Península, con la de Somport-Valencia, Badajoz-Valencia.
-El Programa de Reposición y el Programa de Conservación. Estos dos programas, se centran fundamentalmente en actividades no inclusas en los programas anteriores y todas las actuaciones en medio urbano.
En 1991 la red de carreteras y autopistas ha había mejorado su equilibrio gracias a un estancamiento de las autopistas y un aumento de las autovías. Al finalizar el programa de carreteras 1984-1991 había un predominio de los ejes radiales en la red española de gran capacidad. Madrid se conectaba ya con la mayor parte de las regiones a través de vías de gran capacidad, aunque algunos ejes todavía se habían de acabar (N-3 y N-6). Ya había algunos ejes transversales, como los del Ebro, Mediterráneo, Andalucía (A-92).
En 1993 el MOPT elaboró un nuevo Plan director de Infraestructuras, con un proyecto de vías rápidas, que en el 2007 se preveía que uniría las regiones. La UE hizo varias modificaciones. Este plan tiene especial incidencia en los ejes transversales: Ejes norte-sur (la Ruta de la Plata y Somport-Sagunto), Ejes este-oeste (Santander-Oviedo, León-Burgos, litoral sur con los tramos Cádiz-Algeciras y la Adra-Rincón de la Victoria, más la Valencia-Lisboa). Hay unas vías de conexión entre otros puntos secundarios, enlazando estas autovías en una malla. Se completa la red de autovías de carácter radial no realizadas en los planes anteriores, con accesos a Galicia, Santander, Andalucia Oriental y Murcia; se crea la Madrid-Valencia y Madrid-Valle del Ebro (por Soria).
Las obras posteriores hasta 2015 han logrado que la red tenga en la actualidad una continuidad que no tenía antes, si bien Asturias y Galicia todavía no están bien conectadas al resto del país.
España y la Red Transeuropea de carreteras.
Las comunicaciones terrestres entre España y el resto de Europa tienen dificultades debido a los Pirineos y el hecho de ser una península. A excepción de los dos lados de la cordillera, los Pirineos parecen intransitables, recorridos sólo por carreteras con tráfico de recorrido corto. En la actualidad los ejes básicos de conexión con Europa son: N-1 (Madrid-Irún), Autovía de Castilla (fundamental con Portugal), Eje del Cantábrico (se para antes de Oviedo), Autopista del Mediterráneo y N-2 (por La Jonquera). La mayoría de regiones españolas quedan conectadas con Europa por vías de gran capacidad y quedan dos regiones todavía aisladas (Galicia, Asturias).
Para realizar la integración de España en Europa hay que mejorar los ejes pirenaicos y la conexión de las regiones ibéricas a dichos ejes.
La UE aprobó en 1992 un documento que definía los principales ejes viarios del continente y que preveía construir hasta el 2002 un total de 12.000 km de autopistas, de los cuales el 40% correspondía a los países periféricos. Se contemplaban dos nuevos ejes transpirenaicos: el eje Burdeos-Valencia, a través del futuro túnel de Somport, que relacionará Murcia, Valencia y Aragón con los mercados del este continental; el eje Barcelona-Toulouse a través del túnel de Puymorells, con una función semejante para Cataluña.
Por otra parte se integraban una serie de tramos cofinanciados: Santander-Oviedo, Vigo-Benavente, Tordesillas-Salamanca-Aveiro, el resto de la vía de La Plata (Oviedo-Cádiz) y Bailén-Motril.
También se preveía mejorar las conexiones entre España y Portugal, con los ejes: Algarve-Huelva-Sevilla, Lisboa-Mérida, Oporto-Tordesillas, Oporto-Tuy-La Coruña.
Estas secciones tienen un gran impacto sobre el territorio ya que la actual configuración radial produce un reparto desequilibrado de la accesibilidad al territorio español. Podemos observar que actualmente existen una serie de grandes corredores que se corresponden con las autovías radiales y los ejes transversales del Ebro, del Mediterráneo y de Andalucía. En estos ejes podemos constatar la gran accesibilidad de ciertos nódulos donde se producen intersecciones como son Madrid, Tordesillas-Benavente, Burgos, Zaragoza, Barcelona y el área Valencia-Alicante-Murcia. Entre estos corredores quedan grandes áreas aisladas que, en gran parte, corresponden a zonas montañosas. Un caso aparte es Galicia, con mediocre accesibilidad debido a la falta de conexión a las vías de gran capacidad. Con las mejoras contempladas entre el Plan de Infraestructuras y la Red Europea, se produce una mejora general de todas las regiones españolas. Cabe destacar la conexión de Galicia, parte de Castilla-León, Extremadura (con la Ruta de la Plata), y Huesca y Teruel (por el eje Somport-Sagunto).
La planificación de los ferrocarriles.
La característica básica de la red ferroviaria ha sido la falta de suficientes inversiones, sobre todo después de la Guerra Civil. Siempre han sido inferiores a las de carreteras. De 1960 a 1972, los de mayores inversiones, empero sólo supusieron el 40% de las de carreteras. No se ha invertido debido a los malos resultados de Renfe, muy deficitaria, y que cada vez es más deficitaria por la falta de inversiones, en un círculo vicioso. Las inversiones se han dirigido básicamente a la mejora de la capacidad de la red existente, unas veces en la renovación de la vía y otras en su electrificación, con años en que toda la inversión ha sido para adquirir material rodante.
Los primeros planes fueron: Plan de Modernización (1964-1973), Plan Estratégico (1972-1975), Primer Contrato Programa (1979), Plan General de Ferrocarriles (1981-1992, pero abandonado en 1982). Que hubiera tantos y en tan poco tiempo evidencia el escaso cumplimiento de sus objetivos, a pesar de los compromisos con organismos internacionales, como el Banco Mundial, referentes a saneamiento financiero, inversiones y reducción de personal.
A partir de 1984 entró en vigor el Segundo Contrato Programa, en el que las inversiones más importantes se dedicaron a electrificación, pero el punto más importante fue cerrar 905 km (a servicio completo), lo que representaba el 6,6% del total de la red ferroviaria, y reducir 893 km al uso exclusivo de mercancías. Este cierre provocó grandes protestas, aunque sólo solucionó el 4% de las pérdidas, un ahorro que no compensaba los costos socio-territoriales que suponía marginar más las comarcas deprimidas (el eje ibérico, Lusitania interior, Sierra Morena).
En la actualidad, debido a las bajas velocidades comerciales y a los altos índices de curvas (para superar las altas pendientes) hay todavía unos excesivos tiempos de viaje. Este factor del tiempo no es determinante para el transporte de mercancías, pero sí para el de pasajeros. El tiempo de viaje es el punto más débil en la oferta de servicios interurbanos de media y larga distancia. Por ello, el plan de infraestructuras tiene como objetivo prioritario reducir el tiempo de viaje en los principales itinerarios, con el AVE o con la mejora de los tramos existentes que permita alcanzar los 200 km/h en algunos de ellos.
La red está dividida en trenes de alta velocidad AVE, con 270-300 km/h, primero con Madrid-Sevilla, seguida de la vía Madrid-Barcelona y otras más recientes, y la velocidad alta, con TALGO, hasta 200-240 km/h, con las obras de la vía Valencia-Barcelona. El AVE Madrid-Sevilla (1992) representó reducir el tiempo de viaje de 6 horas a 2 horas 30 minutos. El AVE Madrid-Barcelona conectará con la red europea a través de la frontera francesa. Se ha realizado también el tramo Madrid-Valencia y se prevé el de Zaragoza-País Vasco-Francia, de Córdoba-Málaga y otros trayectos menores. No se prevé el Valencia-Barcelona, porque es muy costosa la expropiación en la costa.
Para 2007 se preveía que todos los centros neurálgicos estuvieran conectados por ferrocarriles de más de 200 km/h. Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Valencia, Sevilla.
Otras actuaciones (no de VA) mejoran el tiempo de viaje, destacando las de Madrid-Venta de Baños con prolongaciones a León y Vitoria. De esta manera la red estará más jerarquizada y será radial. Pocas líneas canalizarán la mayor parte del tráfico, con el AVE o la VA, mientras que las otras líneas tenderán a ser cada vez más secundarias.
En cuanto a las relaciones con Europa estas son más difíciles que por carretera. A las dificultades topográficas se añade la distinta anchura de vía. En cuanto al ancho superior de la vía, respecto al ancho europeo, tenía motivos de defensa para prevenir invasiones y para que las locomotoras pudieran desarrollar más potencia para superar las altas pendientes. Esto implica un cambio de tren de los pasajeros o el cambio de ejes del TALGO (y de la locomotora), con una pérdida de tiempo de 15 a 45 minutos cada vez. En cuanto a las mercancías, hay que trasladarlas vagón a vagón o cambiar los ejes, con un sobrecoste y un mayor tiempo. Todo esto provoca un débil transporte internacional de pasajeros y mercancías con Europa. Se escuchan voces pidiendo un cambio de anchura de vía para solucionarlo, lo que beneficiaría a largo plazo, pero sería costoso a corto y medio plazo, y además de parar el tráfico durante largos periodos. La solución es adaptar sólo el AVE. España se relacionará con Francia sólo con el AVE. La UE ha previsto el AVE como elemento integrador de los territorios y clave para su ordenación; también valora los efectos menos contaminantes y un menor consumo de energía, a pesar del alto coste de las inversiones y del fuerte impacto ambiental, además de favorecer las ciudades principales y aumentar los desequilibrios regionales. Sólo surgen favorecidas las euro-ciudades. La UE emplea el AVE para crear una red entre las grandes ciudades (y regiones) europeas.
Con el tren AVE Bilbao y Barcelona son favorecidas en las relaciones internacionales, al quedar a 4-6 horas de los principales destinos europeos: París, Londres, etc. En cambio, el AVE de Madrid, a 6-9 horas de estos destinos europeos, tendrá una difícil competencia en el avión. El AVE es competitivo con el avión en distancias de 2-4 horas, pero disminuye su rendimiento (al ser más caro que el avión) a mayores distancias, lo que explica que no se planee poner un AVE Madrid-Lisboa, porque Lisboa queda muy lejos (más de 10 horas) de los destinos europeos. En todo caso, hay mucha gente con miedo o prevención psicológica al avión.