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lunes, 24 de octubre de 2022

Mundo. Dosier: Las finanzas y los bancos internacionales.

Mundo. Dosier: Las finanzas y los bancos internacionales.

Resultado de imagen de crisis de 2008

La crisis de 2008 ha vuelto a enseñarnos que la salud del sistema financiero mundial es fundamental para mantener y aumentar el bienestar y el crecimiento económico. Una causa determinante de la crisis fue la falta de regulación suficiente de varios productos bancarios, como los derivados y los certificados.de valores de los que se desconocía  minusvaloraba su riesgo. 

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El editorial Regulación y mercado [“El País” Negocios 1.575 (17-I-2016)] exige regular las actividades financieras más oscuras, que vuelven a asomar su cabeza, para prevenir futuras crisis:

‹‹El fenómeno de la llamada banca en la sombra (shadow banking) remite indefectiblemente a los temores derivados de la crisis financiera. La propia etiqueta banca en la sombra ya suscita alguna inquietud. Pero, al margen de las asociaciones más o menos acertadas, lo importante es saber qué queremos decir con el término y cuales el balance de riesgos y ventajas. En primer lugar, la financiación a través del shadow banking está fuera del sistema bancario tradicional. El financiador de una empresa puede ser un hedge fund, un fondo de pensiones, una aseguradora, un préstamo personal o un sistema de crowdfunding. En teoría, cualquier entidad con el capital suficiente puede acercarse a una empresa, ofrecer financiación y llegar a un acuerdo sobre la remuneración. No es necesario requisito alguno y no requiere regulación.
Como es habitual, en favor de cualquier novedad financiera (háganse cuenta de que en el ámbito financiero novedad debe interpretarse como extensión; no queda nada por inventar, sólo por desarrollar) se esgrime desde el mercado que “aumenta la diversificación” y “multiplica las posibilidades de desarrollo —aquí pongan lo que deseen, empresarial, financiero, etc— y, por lo tanto, esa novedad (en este caso la banca en la sombra), es buena. Es una versión estereotipada del “todo lo real es racional, todo lo racional es real” y todo lo contemporáneo, por suceder a lo preexistente o desarrollarlo, debe defenderse a pies juntillas. Razones parecidas se difundieron para justificar la mezcla de activos con distinta calificación que acabó reventando en 2007 y provocó la gran crisis financiera. Ya sabemos que todo desarrollo, como cualquier decisión, lleva aparejada unos beneficios inherentes; faltaría más. La pregunta es cuál es su rentabilidad, es decir, cual es el balance final, integrando los perjuicios esperados, los riesgos potenciales y las garantías, si las hay, de que tales riesgos no se concretarán.
Y por este camino se desemboca en la irresuelta cuestión, tratada en miles de papers escritos para postular los límites del liberalismo, sobre si es preferible la libertad absoluta del mercado o resulta más práctica la regulación. Sin entrar en polémicas: puesto que los costes de las crisis financieras acaba pagándolo el Estado (y con él todos los contribuyentes), lo lógico y lo justo en términos políticos es que las actividades financieras estén sometidas a una regulación. Resulta que la banca en la sombra no lo está. De hecho, esa característica es la que le confiere su atractivo. Este tipo de prestamista no está sujeto a las limitaciones de la banca tradicional, obligada a calcular coeficientes, límites y avales. Un prestamista en la sombra puede quebrar por cualquiera razón que nada tenga que ver con el negocio que contribuye a financiar; y, viceversa, una compañía financiada en la sombra puede tener dificultades y dañar al prestamista.
La experiencia de la crisis ha demostrado que los costes los pagan los contribuyentes, con muy contadas excepciones. Y lo que pagan no son sólo los efectos secundarios de una convulsión empresarial —en forma de disminución de empleos directos o indirectos— sino los efectos primarios, es decir, la salvación y saneamiento de las empresas. Por lo tanto, lo más prudente sería explorar la hipótesis de una regulación para las actividades sombrías por más que tal regulación destruiría la característica definitoria del shadow banking. Si no, la opción es declarar tales actividades como sujetas enteramente a los riesgos del mercado y declinar cualquier atribución a las finanzas públicas de las actividades no reguladas. Actividades que, por cierto, deberían estar registradas (al menos) con el fin de que el regulador financiero disponga de los datos necesarios para informar al inversor.››

FUENTES.
Noticias.
Pérez, C. El sistema financiero internacional reclama ahora más regulación. “El País” (18-V-2015) 31.
Fernández, David. La banca en la sombra acecha. “El País” Negocios 1.575 (17-I-2016) 2-5. Auge del shadow banking, la actividad financiera sin supervisión bancaria, que reúne el 12% de los activos financieros del mundo.
Fernández, David. China enciende todas las alarmas supervisoras. “El País” Negocios 1.575 (17-I-2016) 4-5. El shadow banking crece sobre todo en China y amenaza la estabilidad financiera mundial.
Pérez, C. Bruselas multa a tres grandes bancos globales por manipular el euríbor. “El País” (8-XII-2016). Sanciones a JP Morgan, Crédit Agricole y HSBC, por 485 millones de euros. Ya en 2013 hubo una sanción a otros cuatro bancos por el mismo caso.
De Barrón, Í. El riesgo oculto del sector financiero. “El País” (18-XI-2019). El BCE alerta del crecimiento de los créditos otorgados por la banca en la sombra, hasta 42 billones de euros, que puede desencadenar una futura crisis financiera.

Análisis y opiniones.
Editorial. Regulación a la carta. “El País” (19-V-2015) 10. La supervisión bancaria debe controlar mejor la gestión para evitar crisis.
Editorial. Regulación y mercado. “El País” Negocios 1.575 (17-I-2016) 5.

Fernández, María. Una bomba financiera oculta. “El País” Negocios 1.942 (22-I-2023). Las minas que deja la “banca en la sombra” (fondos de inversión y de pensiones, aseguradoras, hedge funds, empresas de leasing y factoring, plataformas de criptomonedas y otras entidades): los reguladores alertan de sus riesgos puesto que juntan casi la mitad de los activos financieros del mundo: en 2021 eran 239 billones del total de 486 billones de dólares.

Naim, Moisés. El mundo que ven los banqueros. “El País” (26-IV-2015) 14.

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